
Llegamos hace unos días, después de
un par de jornadas de lenta navegación desde las Palmas. Nuestro
destino se encontraba a tan solo cuarenta millas de allí, pero el
poco
viento que había siempre lo
encontrábamos por proa, así que nos lo tomamos con mucha calma.
Arguineguín es la primera población
de la costa oeste que te encuentras al llegar desde el sur. El
suroeste de esta isla es una costa calma y cálida y repleto de
turismo. Sin embargo, Arguinegín es tranquilo, sin mucho bullicio, y
barato, si lo comparamos con a lo que nos tiene acostumbrado la costa
canaria. Es, como aquí se dice, la ciudad más cálida de Noruega y
no les falta razón. Aquí, en Arguineguín, existe una gran colonia
establecida de noruegos todo el año y ha desbancado a la población
guanche, quienes viven en la periferia, en chabolas o construcciones
muy humildes que contrastan enormemente con los bloques de
apartamentos escandinavos y los hoteles hechos para albergarlos en
sus periodos vacacionales de invierno. Todo lo que puedes encontrar
aquí o bien es noruego o está hecho para el noruego. Precisamente,
en donde ahora se encuentra Almudena, es una parte del paseo marítimo
que linda con la iglesia de Noruega, pero también hay colegio
noruego, clubs,cafeterías... e incluso en los supermercados se
venden los productos habituales para la elaboración de su
gastronomía y hasta puede encontrarse su comida basura favorita.
Pasaremos aquí las próximas semanas
resolviendo algunos problemas que han aparecido en el O2
en los últimos días, como la rotura de la
palanca del acelerador, un inexplicable golpe un tanto feo en la pala
del timón, un desgarrón en la génova... y prepaparemos nuestra
nueva etapa, empezando por la ansiada travesía a Madeira que, si es
posible, la emprenderemos a mediados de marzo.
Un suave silbido se escucha, al fondo del tren... Grandioso. Grandiosos.
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